Podrías volver a reclamar
nuestra hora de juego,
el joven que fuiste
la risa que yo era
el sol, la luna, el vino, lo que fuera.
Venir creyendo que la intimidad es perenne
que la soledad por si sola basta
para enterrar la certeza de que el tiempo pasa,
y que el amor, cuando no fecunda mata.
Que sos la parca
la desembocadura que no permite vida
porque es agua dulce y salada
que se retira y vuelve y devasta.
Pues podrías volver y arrasar mi morada.
Nadie, como yo, te acuna en el alma.
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