domingo, 24 de julio de 2011

TOLERANCIA

The only journey is the journey within.  Rainer María Rilke


Hace unos días me salieron dos profundas arrugas en el entrecejo.  Así fue que me di cuenta que el enojo arruga, y me propuse librarme de él.  Porque a este asunto de las arrugas, voy a hacerle frente.  
Primero que nada,  mimarme.  Una buena limpieza de cutis, y cientos de dólares en lo último en tecnología antiarrugas según Lancome. Algún juguete nuevo, y la inauguración de la hora diaria de juego en familia.
Esa noche llego a la conclusión que una tiene derecho a tener sus pasiones y sus aversiones, y que es una buena cosa proclamar las convicciones, porque “una persona con convicción es igual a 100 mil que sólo tienen intereses”, como diría el asesino serial noruego de la jornada, y comprendo que el enojo se vuelve violencia, la violencia dolor, y el mundo se torna invivible. Noto que estos pensamientos no relajan mi entrecejo.  Sonrío.  Eso ayuda. Mejor me abstengo de andar proclamando cosas, y me intereso en la gente que tengo cerca, que no es culpable de mi enojo... porque los que si lo son están suficientemente lejos.  Así es la cosa, la tolerancia es una distancia bien puesta y mantenida con convicción.  Levanto un muro contra lo que me molesta.  Sabiendo que un día escalaré ese muro y veré mi mundo de otra manera. Caminando por la cornisa del laberinto que por apartarme de lo que me perturba he construido, cambian los supuestos, todo se ve más lindo, y menos importante. Y veo otros mundos posibles también...

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