Solsticio de Invierno

Hoy comienza el año.  Los celtas festejan el nacimiento del Niño Sol, la fiesta de Yule.  La lucha entre las tinieblas y la luz se termina; la muerte abre las manos y da nueva vida cuando esta medianoche la Gran Diosa de Todas las Cosas de a luz, como cada año, al Niño Sol, que en su crecimiento, va ganando 60 segundos diarios de luz para la tierra.  Es momento de encender nuevos fuegos, que duren toda la noche.  Momento de concentarse en lo que despunta como posibilidad y visualizarlo como realización.  Momento de sembrar semillas grandes, de venerar un arbol poderoso y santo, de podar el muérdago.
Samahin dejó las ramas desnudas.  Todo lo que ya no servía está abonando y protegiendo la nueva vida que se gesta bajo tierra.  Comienza el tiempo de Yule, con una noche de fiesta con cerdo y chocolate, de "locuras", reversión del orden cotidiano de lo real.  Hoy comenzaba para los Romanos, la semana de Saturnalia, los carnavales, fiesta de lujuria y desenfreno, donde el amo jugaba a esclavo, y el idiota gobernaba (otro idiota, no el de siempre...).
Lo cierto es que ante el frío es preciso moverse rápido, mantener la panza llena y la sangre caliente, y esta noche lo sentimos en los huesos.  Acechar a la Diosa Ocasión y cazarla de los pelos al verla pasar, sin la menor hesitación.  Es tiempo de salir de las tinieblas, tomarnos de las manos, mirarnos a los ojos, decirnos las verdades más bellas.  Honrar la Vida, la sagrada interconexión de todo lo que existe.
Es la noche del misterio de la maternidad.  La vida no se inicia, continúa, y cada madre es un haz de la rueda.
Tiempo de visualizar, aprovechar cada momento para sembrar, comenzar a construir, alimentar el fuego de los anhelos y esperanzas con la seguridad de que es el momento propicio.  Las energías más poderosas han comenzado a despertar, y la rueda de la vida, rueda y rueda, gira y gira, por donde va.  Concéntrate en tu rumbo.  Disfruta la vida.  Siente en tu interior, y en el centro de la tierra, el fuego que mueve.  La rueda gira, el poder arde.  Es preciso, y es posible ahora, renacer.