Dicen que el corazón es un instrumento, que aún roto, sigue andando.
-Me siento mal.
-Dormí.
-No puedo! Me siento mal.
Rodrigo se acercó más y le acarició la cabeza, mirándola dulcemente a los ojos.
-Dormí. Mañana vas a estar mejor. Yo me quedo contigo.
-Mentira. Ni bien me duerma te marcharás. Y será tan triste despertar mañana. No quiero dormir. Quiero quedarme contigo acá. Tan cerca...
-Me quedo acá.
No hay nadie. Sólo se escucha el ruido de los electrodomésticos. No hay silencio en este mundo. Y no es lo mismo, los pasos de un caballo pastando junto a la ventana, o el ocasional canto de un ave nocturna, que el incesante y monótono ventilador de la pc, o el motor de la heladera en esta ola de calor.
Debería estar en la playa, pero hay demasiada gente.
Y aquí no hay nadie.
Estoy sola.
Para tirarme panza arriba y atender a mis fantasmas
Mis mejores días los pasé con él.
Compartimos demasiado poco tiempo.
Era el amor de mi vida.
Cada día paso un rato soñándolo.
Recordarte
entender algún día
tu misterio
mi deseo.
Mi instrumento está roto, no entiende, no cambia el rumbo, sigue apuntando a un callejón sin salida, a una calle flechada, y no me da libertad. Vivo insatisfecha. Necesito un lugar fresco a la sombra. Necesito tu sombra.
-¿De que te reís?
-De tu cara.

No hay comentarios:
Publicar un comentario