Si no hay distancia, no hay relación, dice mi amigo matemático y hay que concederle razón. Para que haya conexión o correspondencia se precisan dos, para que hayan dos se precisa distancia. El secreto, como siempre, es la medida. Demasiada o muy poca, exterminan la relación.Por ejemplo: el que caminaba a mi lado esta mañana, me pedía opinión sobre las relaciones a distancia. Lo cual equivale a Forlán pidiéndome consejos sobre como hacer un tiro al arco. Mantenemos una relación a distancia hecha de muchísimas horas compartidas lado a lado; gracias a su maestría en la materia.
Lo que se de la distancia, es que tiene que haber fantasmas. Cuando la distancia se mide en lugares y tiempo, se achica en el corazón. El amor es un fantasma vagabundo. Hay quien no lo ve a la luz del día.
Y está la otra distancia, la zanja infranqueable entre dos cuerpos a pocos centímetros. Para domesticar esa distancia se precisa coraje.
Las relaciones más radiantes son aquellas que se mantienen a distancia . Ideales. Como zanahorias de plástico.
La distancia es más dificil de enfrentar cuando la relación es concreta, real. Como el desafío de descubrirse (en) otro. Hermosos en nuestros defectos, amados sumando todo.
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