domingo, 11 de noviembre de 2012

a la orilla del río

Tengo que verte sentado a la orilla fresca del río.
Siendo la corriente, el viento en los sauces,
las rocas que rasgan la voz profunda del agua
dulce, violenta, traidora fuente de vida y olvido.

Tengo que oirte, mirar fijamente el fondo sombrío
misterioso y profundo, descubriendo en tu alma
vibrar el misterio, vibrar la pregunta, vibrar el sentido
como sentirán los juncos, oirte temblar en regocijo.

Tengo que hablarte, con el impulso que nace en la piel
y habilita a lo huesos de un solo permiso.
Hablarle a tus ojos que saben decirle a tus pies
que no todo está dicho.

Tengo que verte, sentados al borde de ser
una simple esfera mortal de bienes y hechizos.



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